Maratón,¿volveré?
Estoy con las piernas cansadas, los pies doloridos, el cuerpo agotado y contento por haber disfrutado de otra Maratón de Sevilla. No os voy a aburrir con una crónica detallada, ni con datos , solo un breve resumen que me servirá para recordar esta edición y aprender de aciertos y errores. Cuento mis participaciones por docenas, pero eso es lo de menos.
Atrás quedaron cuatro meses de preparación, siguiendo en lo posible mi gastada hoja con el Plan Gavela. Un plan en el que confío y que me sorprende por su sencilla eficacia.
Mi preparación y participación han tenido como característica principal la soledad. Algo que no me disgusta, correr me llena y, gracias a no tener molestias, hace que mi mente no deje de dar vueltas y pensar.
Resumo, que me alargo. Sábado tarde recogida de dorsal, algún encuentro con conocidos e irme a cenar y dormir en la furgoneta cerca de la salida. Una de mis mejores noches previas: silencio, luces de la noche, reflejos del rio…¡¡precioso y perfecto!!. Sonó el despertador y pensé en quedarme dormido y no correr… casi siempre lo pienso, ja ja. Desayunar siguiendo las pautas de alimentación aprendidas de mi querida Rosa, vestirme de corredor e ir en bicicleta a la salida.
Compruebo que llevo todo: dos geles, dos pastillas de sales, una cápsula de cafeína (por si acaso) y poco más. ¡Todo bien!. Y en la última visita al baño -uno de esos portátiles- ¡zas, gel al inodoro!. No niego que pensé en meter la mano para recogerlo…¡no lo hice! podéis seguir chocándola. De ahí al cajón de salida, 3:00/3:15, confiaba en un 3:10 final. Nada nervioso, sabía lo que tenía que hacer e iba a hacerlo. ¡Chupinazo, salida y el «Highway to Hell» de los ACDC a todo volumen!. Ese momento compensaba ya tantos días de entreno.
En carrera voy siempre a pulso. Tenía claro que no debía pasar de 145 pulsaciones hasta la media, e iba muy cómodo rondando los 4´20″ por kilómetro. Cuestión de mantener pulso, evadirme y disfrutar de la prueba. No dejo pasar un punto de avituallamiento sin beber algo de agua y un poco de isotónico. Llegando al kilómetro 20, me doy cuenta que he perdido el único gel que me quedaba y también la cafeína, ¡¡qué día!!. No pasa nada, haré caso a Rosa y suplo la carencia de comida con más isotónico. Admito que se me iban los ojos detrás de los geles de otros participantes y que pensé en darle un «tirón» a alguno. Paso la media en 1:32 ,más o menos, y decido no apretar hasta comer algo sólido, cosa que ocurrió en el km. 25. Depósitos llenos y a tocar las 150 pulsaciones sin pasarme. Voy bien, me sorprendo de lo bien que voy. Pero en el 30, mi cuadriceps izquierdo decide hacerse notar (en mi cuerpo somos muchos y hay siempre alguno al que le gusta dar la nota). Pasan los kilómetros y tengo que bajar un poco el ritmo, cambiar la zancada e intentar que el dolor del cuadriceps no vaya a más. No lo consigo y decido parar a estirar un poco. Tras la breve parada, decido mantener 150 pulsaciones y conservar la pierna todo lo posible. Debo estirar un par de veces más y volver a correr, ¡¡nunca andar!!. En el km. 40 estaba mi hermano: un rápido abrazo y aprovechar esa energía para llegar a meta. ¡¡Otra Maratón más!!, 3 horas y 14 minutos…
Una prueba que me tiene enamorado. Os invito a que la preparéis buscando dar lo mejor de vosotros el día de la carrera, ¡será algo especial!
No sé si volveré a la Maratón. Este año he comprobado que puedo rodar a ritmos cercanos para las 3 horas. No haber tenido molestias de espalda, me ha dejado disfrutar de los rodajes y eso es algo que me llena y agrada. Pero soy consciente de que los años no pasan en balde y me cuesta recuperar de los esfuerzos. Ya veremos qué pasa, respeto mucho a la Maratón y conmigo no va eso de ser finisher, ni selfies, ni photocall, ni inventos parecidos.
¿Volveré a la Maratón el 2020?, ¿viviré en el 2020?. Solo tengo claro que las dos cuestiones empiezan por «V».